Diabetes Tipo 2

La diabetes tipo 2 es una enfermedad crónica caracterizada por la resistencia a la insulina y la falta de producción suficiente de insulina por parte del páncreas. A diferencia de la diabetes tipo 1, la tipo 2 generalmente se desarrolla en adultos, aunque cada vez es más común en niños y adolescentes, especialmente debido a la obesidad y la falta de actividad física.

Causas

La diabetes tipo 2 está fuertemente vinculada a factores genéticos y de estilo de vida. La obesidad, en particular la grasa abdominal, y la falta de actividad física son factores de riesgo clave. La resistencia a la insulina, donde las células del cuerpo no responden adecuadamente a la insulina, es un componente central en el desarrollo de la diabetes tipo 2.

Síntomas

Los síntomas pueden ser similares a los de la diabetes tipo 1 e incluyen sed excesiva, aumento de la frecuencia urinaria, fatiga, hambre constante y visión borrosa. A menudo, la diabetes tipo 2 se diagnostica durante un chequeo médico de rutina cuando no hay síntomas evidentes.

Diagnóstico

El diagnóstico de la diabetes tipo 2 se realiza mediante pruebas de glucosa en sangre en ayunas y pruebas de hemoglobina A1c, que proporcionan información sobre los niveles de glucosa en sangre durante un período de tiempo más prolongado.

Tratamiento

El manejo de la diabetes tipo 2 a menudo implica cambios en el estilo de vida, como una dieta saludable, ejercicio regular y pérdida de peso en caso de obesidad. Además, pueden ser necesarios medicamentos orales o inyecciones de insulina para controlar los niveles de glucosa en sangre. La monitorización regular de la glucosa en sangre es esencial para ajustar el tratamiento según sea necesario.

Complicaciones

Las complicaciones de la diabetes tipo 2 son similares a las de la tipo 1 e incluyen enfermedades cardíacas, enfermedad renal, neuropatía, problemas oculares y problemas en los pies. El control adecuado de los niveles de glucosa en sangre y la gestión de otros factores de riesgo, como la presión arterial alta y el colesterol elevado, son fundamentales para prevenir estas complicaciones.

Más información

Conceptos generales sobre la diabetes

 

¿Qué es la diabetes?

 

La diabetes es una enfermedad crónica que se diagnostica cuando el nivel de glucosa (azúcar) en sangre supera unos determinados valores.

 

 

La diabetes es una enfermedad muy común que afecta a entre el 6% y el 10% de la población. Se espera que su prevalencia aumente en los próximos años, especialmente entre las personas inmigrantes que adoptan estilos de vida occidentales. Esta enfermedad tiende a impactar de manera significativa en las personas mayores.

La importancia de la diabetes radica en sus complicaciones, particularmente en casos en los que no se controla adecuadamente. Estas complicaciones pueden afectar gravemente el sistema cardiovascular, dando lugar a problemas como infartos cardíacos y trombosis cerebral. También puede tener un impacto negativo en el sistema nervioso, los riñones y la visión.

Es importante destacar que la diabetes suele coexistir con otras enfermedades que aumentan el riesgo de complicaciones cardiovasculares, como la hipertensión arterial, el aumento de los niveles de grasas en la sangre (colesterol y triglicéridos) y la obesidad, especialmente el aumento de la grasa abdominal.

 

¿Por qué se produce la diabetes?

 

La diabetes se origina porque la mayoría de los alimentos que ingerimos se convierten en glucosa durante el proceso de digestión. Esta glucosa se introduce en la sangre y las células de nuestro cuerpo la emplean para obtener energía. La insulina es una sustancia que el páncreas produce principalmente después de las comidas, y su función es permitir que la glucosa o azúcar acceda a las células.

La diabetes ocurre cuando hay una falta de producción de insulina por parte del páncreas o cuando la insulina producida no funciona correctamente, lo que conduce a un aumento en los niveles de azúcar en la sangre.

 

¿Qué síntomas produce la Diabetes?

 

Los síntomas de la diabetes varían según el nivel de glucosa en sangre. Cuando los niveles no son excesivamente altos, es común que no haya síntomas evidentes, lo que contribuye a que la enfermedad avance silenciosamente durante 10-12 años. Sin embargo, cuando los niveles de glucosa son muy elevados, por encima de 250 mg/dl, el cuerpo responde de manera notoria, dando lugar a los síntomas característicos de la diabetes descompensada.

Estos síntomas incluyen un aumento en la producción de orina a medida que el cuerpo intenta eliminar el exceso de azúcar a través de los riñones. Esto a su vez provoca una sed intensa y un aumento del apetito.

 

En cuanto a los tipos de diabetes:

 

La diabetes tipo 1 suele comenzar en la infancia o adolescencia, pero puede manifestarse en cualquier etapa de la vida. Se caracteriza por una aparición repentina con síntomas como sed intensa, aumento de la micción, fatiga y pérdida de peso a pesar de comer mucho.

 

La diabetes tipo 2 representa el 90% de los casos de diabetes. En sus primeros años, generalmente no causa molestias notables. Es más común en personas con antecedentes familiares y se debe a una producción insuficiente de insulina junto con una respuesta inadecuada de las células a esta hormona. A menudo, se asocia con hipertensión arterial, niveles elevados de colesterol y triglicéridos, y obesidad, especialmente en la zona abdominal.

 

*La diabetes gestacional se desarrolla durante el embarazo.

 

Estrategias de tratamiento

 

Las estrategias de tratamiento para las personas con diabetes incluyen el control de los niveles de azúcar en sangre, la gestión del peso corporal, la presión arterial y los niveles de grasas en sangre, y, de manera crucial, la abstinencia de fumar.

 

Cómo prevenir la aparición de Diabetes

 

En términos de prevención, la diabetes tipo 1 no se puede prevenir de manera efectiva en la actualidad. Sin embargo, la diabetes tipo 2, que es más común y está relacionada con la obesidad y el sedentarismo, se puede prevenir en gran medida mediante una alimentación equilibrada, que incluye un aumento en el consumo de frutas y verduras y una reducción en la ingesta de grasas, junto con una actividad física regular, como caminar durante media hora al día.